jueves, 3 de junio de 2010

Chuck Prophet

Cuando el Nuevo Rock Americano de mitad de los ochenta tenía bandas como Long Ryders, Dream Syndicate, Blasters o los primeros REM, este hombre llamado Chuck Prophet punteaba la guitarra bajo las órdenes psicodélicas de Green On Red, otra buena formación representante de toda aquella ola de trepidante rock de raíces. De esos años, Chuck Prophet se guardó un bagaje a la altura de muy pocos que le ha permitido desarrollar una carrera en solitario más que respetable y que, en mi opinión, no ha hecho más que crecer.
Cronista documentado y maestro del ‘storytelling’, Ese es Chuck Prophet. Hechos muy fáciles de constatar con tan solo acudir a sus dos últimos trabajos, el flamante “¡Let Freedom Ring!” (2009) y “Soap And Water” (2007), serios aspirantes a cumbres artísticas de una carrera con muchas cimas. Con esas credenciales y en plenísima forma, cómo lo ha demostrado en unos excepcionales conciertos en el festival South By Southwest de Austin, argumentos que en 2009 le han hecho cosechar los halagos más contundentes de su trayectoria, que se remonta a la banda de culto Green On Reed, en la que militó durante la segunda mitad de los 80 y principios de los 90. Desde hace veinte años el californiano mantiene una carrera en solitario que, contando un par de directos, supera ya la decena de referencias, ninguna mala o sobrante, todas inspiradas, bastantes atrevidas y algunas muy relevantes, sobre todo desde la progresión ascendente que mantiene desde “No Other Love” (2002). Más datos: ha escrito canciones para Solomon Burke, Alejandro Escovedo y Peter Wolf, entre otros; ha girado con Jim Dickinson; varias piezas suyas han aparecido en bandas sonoras y su guitarra lo ha hecho en discos de Warren Zevon y Lucinda Williams… Cada día suena más astuto al destilar estilos, esquivando lo previsible. Sabe ser generoso con el soul, detallista con el pop y plantarse como un ‘crooner’ sabio pero, eso si, despeinado cómo siempre.

Chuck Prophet nace a mediados de los años 60 en Whittier, al sur de California y desde bien joven dio claras muestras de sus aptitudes como guitarrista. Siendo todavía un adolescente se traslada a San Francisco donde entra a formar parte de Green On Red, una de las bandas fundamentales del denominado nuevo rock americano en los 80. De Green On Red, y su combinación de psicodelia, countr
y y folk todavía nos llegan aromas con nombre de Wilco o Son Volt. Tras su disolución en 1992, Chuck Prophet se centró en su carrera en solitario que había comenzado dos años atrás con la publicación de su primer disco en solitario "Brother Aldo". En él nos mostraba lo que iva a ser una constante en sus siguientes discos, su devoción por la música de raíces y la influencia que ejercían sobre él las letras de Bob Dylan o las guitarras de Keith Richards. A este trabajo le siguen "Balinese Dancer" en el 93 y "Feast of Hearts" en el 95, convirtiéndose en un artista de culto con estupendas críticas pero relativo éxito comercial y que con sus dos siguientes trabajos "Homemade Blood" en el 97 y "The Hurting Business" tres años más tarde, conseguia mayor reconocimiento por el público en Europa que en USA. Su sexto disco " No Other Love" fue, como no, recibido con alfombra roja por la crítica, desde EL PAIS a RUTA 66, donde fue disco del mes. Después vendrían “Age Of Miracles”, “Soap And Water” y “!Let Freedom Ring!”, su último trabajo, con los que ha recibido crítcas tan elocuentes cómo ser proclamado por Select como "el mejor cantante de country-rock desde Gram Parsons" o por Q Magazine cómo "el link perdido entre Paul Westerberg y Bob Dylan". Sus canciones combinan a la perfección su lado más country con sus influencias más negroides. Elegancia, sensibilidad e inspiración a raudales que permiten a Chuck Prophet huir de comparaciones con otros grandes como Bob Dylan, Neyl Young o Tom Petty.


Entrevista:

¿Es cierto que hay un cierto gusto por la recuperación de sonidos del rock y el folk, un movimiento en el que podría integrarse Chuck Prophet?


Dudo si encajo con ese público. De ahí sí me gustan nuevas cosas, nuevos sonidos, material que no esperaba escuchar. Pero no creo que alguien me vaya a confundir con, digamos, Devendra Banhart o Jack White, por mucho que los admire. Me gusta ir hacia delante y atrás en una canción, entre la chispa del sonido de los descubrimientos reciente y esa grasa indefinible de los tubos ‘vintage’, aunque sin hacerlo en plan arqueológico. Utilizo herramientas nuevas de vez en cuando. Pero esta vez grabamos el disco en un estudio que estaba casi como en 1957. Y le sentó bien a las canciones.

- Su último trabajo «¡Let Freedon Ring!» está cargado de historias sencillas. ¿Se considera cronista de una época?

Una pregunta divertida. Me gusta dejar las cosas claras cuando escribo. Captura la manera en que habla la gente. Coger bien sus voces. Quise ser periodista, un reportero, y todavía está rondándome por ahí esa aura sobre esa profesión (que, por cierto, está tan mal pagada como la del rockero que va por la carretera). Y sobre el paso del tiempo te diré que todo funciona en base a momentos, no en base a épocas.

- Son temas intensos, cargados de guitarras agresivas y envolventes, ¿le gusta la experimentación, caminar por senderos musicales alternativos?

¡¿Piensas eso, honestamente?! Simplemente, pasa porque quise hacer un disco de rock’n’roll. Me sentí bien delante de dos guitarras, un bajo y la acción que desprende la batería.

- En algunos temas suena a blues, otras veces a soul, pop e incluso goodspel. ¿Con qué influencia se siente más identificado?

Toda esa música está en el aire. Hay gente que la llama americana o cosas así. Yo no la llama de ninguna manera. Es parte de mi ADN, supongo. Nunca he sabido encontrar una respuesta satisfactoria a este tipo de preguntas. Supongo que la mejor respuesta es esa frase de la canación “It Won’t Be Long”, que dice “me gusta T-Bone Walker y me gusta el pan blanco”. Me gusta la música, pero amo el rock’n’roll.

- ¿Cuál es la clave para que su música sea tan bien recibida en Europa?

¿Me he perdido muchas veces conduciendo una furgoneta? Sí. ¿Me preocupa eso? Joder, ¡pues claro que no!

- Ahora participará en varios conciertos en España. ¿le acompañará su banda de siempre, con Stiphie, Kevin, Todd Roper y James DePrato?

Estaba hablando con un amigo sobre esto y él dejo caer algo que tal vez sea la respuesta a lo que preguntas. “Porque en la base de España el arte es una pieza importante, tío. Siempre la ha tenido y ha sido así”.

Desde hace bastante que estoy con la misma unidad de tres piezas. Stephanie Finch tocando los teclados, la guitarra y cantando. El joven genio James DePrato encargándose de varias guitarras y Kevin White al bajo. Será también la primera vez que salgamos de gira con Paul Taylor a la batería, y me excita la idea. Él es de Memphis, la cuna de la civilización del Oeste, la capital del Delta del Mississippi, la de Elvis Presley, el Rey, el lugar donde nacieron el rock’n’roll y la lucha libre estadounidense. Lo conocimos, a Paul, hace años, cuando estaba tocando con los hermanos Dickinson y coincidimos otra vez el verano pasado, cuando estaba con Amy Lavere. Tiene ese groove en la sangre del campo y las montañas, así que nos irá muy bien para quitarle el polvo a algunas canciones viejas (y para trabajar con eso las nuevas, claro).

- ¿Es un poeta del rock?

¿Francamente? Creo que soy Rilke, García Lorca, Screamin’ Jay Hawkins y Nipsy Russell, todos en uno. En realidad, sí creo que hay poesía en el rock’n’roll. A veces que quedó absorto cuando me sale algo así. Hay una vieja expresión rural estadounidense que dice que incluso un cerdo viejo encuentra de vez en cuando algo en el suelo para comer.

- ¿le gusta vivir en la carretera? ¿prefiere las salas pequeñas, de proximidad con el público?

La vida en la carretera es para mí más fácil porque mi esposa, Stephanie, está siempre al lado y con la cartera llena de dinero cuando lo necesito. Mira, he tocado para públicos bien grandes y en sitios que parecían una sala de estar. El gran Warren Zevon, con quien trabajé y eso me hace sentirme orgulloso, decía que su mejor concierto fue uno que dio en una estación de metro, en Boston, en los años 90. Y eso que ya era famoso. No era un músico callejero, no puso un sombrero en el suelo para pedir dinero. Me dijo Zevon: “Tío, no puede ser que siempre haga conciertos que agotan entradas”. Ese lo dio solo por su amor a las canciones.

Fuente: Juan Enrique Goméz - IndyRock

Discografia:

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